Nuestro, de cada día, el pan es parte, más que de nuestra alimentación, de nuestra idiosincrasia.
La salida para la escuela, para la vega o para el centro de trabajo, la antecede el necesario desayuno en el que no puede faltar el pan. Y de la sensación que tenemos al consumirlo, aunque parezca increíble, depende hasta el ánimo con el que enfrentamos el día.
Como parte de las medidas adoptadas en el proceso de ordenamiento implementado en el país, el precio del pan que se expende diariamente a la población se ha incrementado a un peso. Esta medida ha traído no pocas controversias debido a que se mantiene el mismo gramaje(80 gramos por unidad) y no se evidencia un incremento en la calidad.
Como elemento ilustrativo de esto, en los primeros dos días del año(primero y dos de enero) se dejaron de comparar más de mil quinientos panes por parte de población, aunque es válido recalcar que esta tendencia se detuvo debido a una rápida reacción de la empresa y sus unidades, aunque aún queda mucho trecho por recorrer en cuanto a calidad se requiere.
En nuestro municipio se cuenta con 8 unidades que elaboran el popular producto, varias de las cuales fueron visitadas en el día de ayer.
Como factor común en todas ellas se detectaron serios problemas objetivos con la calidad de los sartenes y el estado de los equipos que se emplean para la elaboración. En el momento de las visitas no se demostró la existencia de grandes deficiencias con la materia prima, pues se contaba con todos los suministros y con una harina de buena calidad.
Al entrevistar a la población, los criterios redundan en que el precio es excesivo. Pero la calidad del pan se llevó “el premio” al más cuestionado, ya que los consumidores plantean que tanto el gramaje como la calidad y presentación del pan no se corresponde con ese precio que se le ha puesto.
Este es un tema que tiene muchas aristas. Hay muchos factores objetivos(que dependen de recursos y financiamiento) y subjetivos(más dependientes de la conciencia, iniciativas, entrega, aptitud y actitud del panadero y de los administrativos).
En todas esas aristas se debe trabajar para que al final se logre lo más importante: la correspondencia entre calidad y precio, y la satisfacción de la población, una población que no solo está llamada a ejercer su derecho de quejarse y denunciar, sino también a saberse parte de la solución de este problema que a todos preocupa y a todos concierne.
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